20081110

My Brightest Diamond


Es Mi Diamante más Brillante, y no podré perdonarme nunca por haberlo perdido. No haber llegado a tiempo a la Sala Caracol, el pasado veinte de octubre, no verles ascender con todos sus violines y ritmos a contratiempo, fue la cosa más triste que me ha pasado nunca un lunes. Pero queda darle al play, y eso es mucho.

Hay música para escuchar con auriculares, uno en cada oreja, música que provoca el rarísimo gesto de cerrar los ojos en el metro. La voz empieza entrando por la izquierda con el timbre de cualquier otro instrumento, tres violines pasan por detrás de la cabeza, y hay un bajo tan preciso como un termómetro en el centro del cerebro, entre los ojos, diciéndote a golpes que son canciones, y que se acaban. Pero mientras duran estás en otra parte. En un mundo pequeño de perfecciones, sin más. Acorralado y feliz, y a la vez temiéndote algo, porque las canciones de My Brithtest Diamond suenan inevitablemente al espectro de una advertencia.

En Shara Worden, o la precisión de una voz que estudió ópera, o una mente que produce melodías señoriales automáticamente, está lo siniestro ("To Pluto's Moon"), lo tristísimo ("We Were Sparkling"), o cosas que dan bastante miedo, como "Black and Costaud", o "Freak Out". Pero también hay respiros, agujeritos de luz, que aunque no dejan de tener su profundidad abismal vertiginosa, te salvan, como la increíble "Disappear".

One day I may disappear / Don't be too suprised / 'Cause I get tired of / Noisy alarms& phone bills/ I don't think we're meant to stay here very long / I don't dream of bringing heaven down / not like this / I'd rather move on / One day I may go for the longest walk / Don't be too shocked / 'Cause I get tired of / Sneaky societies & combat boots.

Y hasta aquí las palabras. Ahora la música: abrir esto, descender al fondo a la derecha, y en recent mp3, clik en el play; apagar la luz un poco, proponerse una hora de no hacer nada más, desconectar el teléfono, y poco más. Dejarse invadir.

No hay comentarios: