20090315

MARZO, PRIMERA PARTE


En esta primera parte de Marzo han pasado varias cosas. Stanley Brinks, por ejemplo, (con Freschard), precediendo a Jonathan Richman. Un señor (el tal Stanley) que venía de pescar en el Hudson, había encontrado una guitarra de camino a la Galileo, y estaba muy a gusto, porque en el escenario había más cosas, por ejemplo una batería, y una copa. Luego Richman tampoco necesitó más que estar a punto de echarse a llorar todo el tiempo, de la emoción, y formar una simbiosis irrompible con el batería. Él también se trajo Nueva York. En primavera, spring time. Y las hojas de otoño del bis que caían y caían hasta que se llenó toda la sala de hojitas y de cencerros pequeños y no podíamos ya ni respirar de tanta ternura.

Jonathan Richam, tan cual. Fotografía de Sergio Menéndez.


Freschard, por su parte, una chica de película buena americana, o una chica buena de película americana, o una chica americana que en realidad creemos que era alemana, salió a cantar como quien sale a comprar el pan, y luego opinó en el están top-mantero que habían montado a la salida, que puestos a elegir era mejor el disco de Stanley en el que no cantaba ella. Dani, un gran tipo con zapatos de punta infinita, se compró los dos.

La segunda cosa que pasó, este miércoles, fue masiva: los No Reply. Un ejército que tendría problemas para invadir cualquier escenario que mida menos de 15 metros de largo. Un ejército entrenado, coreografiado, y amplificado hasta rozar la perfección. Un ejercicio de aerobic sudoroso para el público masivo. Quizás lo único malo fue eso, la masa en la que nos convirtió la Caracol. Creo que había alguien en la puerta con un calzador de dos metros metiendo en la sala a la fuerza a todo el que pasaba con diez euros por la calle.

Y se acababa, esta primera parte de marzo, cerrando el bucle, o la vuelta de espiral, con Dani también de fondo. En el mismo día en que nos invitaba al concierto de Jonathan Richman nos grabó un cd increíble, un cd enamorado, donde, de pronto, estaba este tema lleno de eco: Pink Frost de The Chills. Desde la antípoda. O más cerca, si uno se traslada a un pequeño bar de LA.